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Instantes, momentos y memorias o ¿para qué necesito un fotógrafo?

Hay instantes breves que marcan una vida entera, esa situación que hizo que todo tu cuerpo sonriera, el día que recibiste un inesperado regalo, cuando terminaste un duro trabajo, el viaje de tu vida, ese primer beso eléctrico, el día que te casaste y dijiste “sí”, cuando viste a tu hijo por primera vez, los nervios de tu primera actuación/exposición.
Hay otros momentos que duran más, de los que no somos conscientes, como nuestra vida día a día, nuestra juventud (¡siempre somos más jóvenes que mañana!), nuestros hijos creciendo, el lugar en el que vivimos, las reuniones familiares, los amigos, los viajes que marcan, el último cumpleaños de tus abuelos.
Cada uno de esos instantes y momentos son algo a lo que nos aferramos para crecer, aprender, resistir, para superarnos, para vivir. ESOS MOMENTOS NOS DEFINEN, si dejas que desaparezcan, desaparece parte de ti. Y todo esto va mucho más allá de hacerte un selfie casual con tu móvil.
Lavas tu coche, limpias tu casa, cuidas tu teléfono ¿cómo tratas tus recuerdos? Y ya puestos a tener un buen recuerdo ¿no es mejor conservarlo con arte?
Nosotros, los fotógrafos/videógrafos somos conservadores de la memoria, restauradores de olvidos.
Dentro de 10, 20 años agradecerás haber decidido contratarme, y cuando ya no estés y sólo queden de ti esos recuerdos, esas fotos y vídeos elaborados con arte, los que te seguirán agradecerán también que me hayas contratado. Cuando lleves con tu pareja 30 o 5 años, y os recordéis en aquel vídeo, agradecerás haberlo filmado, y créeme: olvidarás lo que has pagado por ello, porque cada segundo de tu vida no vale ni todo el oro del mundo.
Una sesión de vídeo y fotos dura más que un diamante, y cuesta mucho menos.
No te olvides de ti mismo, mírate con el arte que mereces.

There are brief instants that mark an entire life, that situation that made your whole body smile, the day you received an unexpected gift, when you finished a hard job, the journey of your life, that first electric kiss, the day you got married and you said “yes”, when you saw your son for the first time, the nerves of the first performance/exhibition.
There are other moments that last longer, of which we are not aware, such as our day-to-day life, our youth (we are always younger than tomorrow!), our children growing up, the place where we live, family gatherings, friends, the trips that mark, the last birthday of your grandparents.
Each of those instants and moments are something we cling to to grow, learn, resist, to improve ourselves, to live. THOSE MOMENTS DEFINE US, if you let them disappear, part of you disappears. And all this goes far beyond taking a casual selfie with your mobile,
You wash your car, you clean your house, you take care of your phone, how do you treat your memories? And once you have a good memory, isn’t it better to preserve it with art?
We photographers/videographers are conservators of memory, restorers of oblivion.
In 10, 20 years you will be grateful for having decided to hire me, and when you are gone and only those memories remain of you, those photos and videos made with art, those who will follow you will also be grateful that you have hired me. When you have been with your partner for 30 or 5 years, and you remember each other in that video, you will be grateful for having filmed it, and believe me: you will forget what you have paid for it, because every second of your life is not worth all the gold in the world.
A video and photo session lasts longer than a diamond, and costs much less.
Don’t forget yourself, look at yourself with the art you deserve.

Maxi Kohan

Mi trío de ases en de la fotografía

Nunca tuve posters de ídolos, calendarios con chicas de moda ni fui amigo de banderas. Para mi la admiración pasó siempre por la gente que he conocido en persona, algunos pasaban un día, un rato, muchos amigos que siguen conmigo, admiro a mi madre, admiro la obra de un artista más que al artista mismo, admiro un amanecer, la fuerza del mar, lo impensable del universo, la sabiduría de la roca y la montaña, los ojos de quien amé, algún verso o melodía que haya cambiado la historia (o a una persona, que es lo mismo). Eso del fenómeno fan era para mi. Además de que muy pocas cosas me llegan a sublimar, y lo busco, soy un buscador incansable de lo sublime. (Algo de esto ya lo cuento en la única entrevista que me han hecho hasta la fecha: https://issuu.com/esmadridnomadrizmgz/docs/emnmm_diciembre_2017 pag 52)

Tampoco hubo nada en mi vida que me guiase hacia la fotografía, todo parecía dirigirme a un camino de letras, mis primeros versos datan de mis 8-9 años, siempre me gustó escribir, leer ensayos y poesía. Después me tropecé con la música, la hice mi musa durante años, y la seguiré amando hasta mi muerte, pero la fotografía nunca se me había presentado aún, bueno, si había algo que me llamaba la atención cada vez que visitaba librerías, me despertaban la curiosidad ciertos libros de fotografía erótica, especialmente en b&n, me excitaban de una forma que no entendía, no me gustaban las Play boy de la época, ni ver chicas desnudas, pero ESAS imágenes me cautivaban sin saber porqué, y fue así durante años. Mucho después aprendí que muchas de esas imágenes eran de un tal Helmut Newton, esa mezcla de arte, deseo, belleza, fashion y erótica, sumada a la maestría con la cámara me fascinaron. Muchos muchos años después llegó la fotografía a mi vida, en los albores de mis 30, pero eso es otra historia que ya contaré. Me dediqué y dedico a eso desde entonces, entre otros menesteres. Pero aún gustándome muchos fotógrafos nada me cautivó tanto hasta conocer la obra de Gregory Colbert, poesía hecha imagen, nadie ni nada hasta ahora se parecen a la obra de este monstruo: https://gregorycolbert.com/. Recuerdo el día que lo vi por internet, me pasé toda la noche (ad)mirándolo y llorando, síndrome de Stendhal lo llaman. Ese fue mi tercer «ídolo». Muchos años antes había conocido el trabajo de otro, más cercano, español, quizás por su personalidad, por su fantasía y sobre todo su humildad me enganchó enseguida, en sus entrevistas veía una parte de mi mismo, en sus imágenes veía lo que yo quería de mis fotos, sobre todo en lo concerniente a la curiosidad y la creatividad, el se llama Eugenio Recuenco, lo seguí, admiré y sobre todo aprendí mucho de sus imágenes y palabras, años después lo llegué a ver en persona por casualidad y mediación de una amiga (¡gracias Nati!) que me invitó a una conferencia suya en el Museo del Traje de Madrid, y buff, ahí si que me vi envuelto en el fenómeno fan, mientras hablaba iba pensando en que decirle al acabar la charla, me decía a mi mismo: no digas chorradas tipo «admiro tu trabajo», se inteligente Maxi, averigua cosas de el, no se, talleres, workshops, dile algo inteligente, personal, quería ser su amigo, su ayudante, su observador, lo que sea. Acabó la conferencia, y yo, muy muy nervioso esperé mi turno para hablar con el, le dí la mano, y me quedé paralizado, como un fan adolescente ante su ídolo, y lo primero que le dije fue «admiro tu trabajo», no supe continuar la conversación, el estuvo super majo, hablé no se de que con el unos minutos, seguro que diciendo estupideces, recuerdo estar temblando literalmente, no podía casi mirarle a los ojos, el me sonreía y me retiré casi corriendo (para haceros una idea eran aún los tiempos de revelar en casa, lo digital o internet no habían aparecido en el mundo aún). Quizás debería haber aprovechado más esa oportunidad, pero físicamente no pude.

Acabo de ver este vídeo de su última expo, después de mucho tiempo volví a escucharlo, y reconocerme, esta vez en un camino que no supe seguir.

Este hasta la fecha es el trío de ases que guían mis imágenes. Quizás aparezca otro, o algún día quiera yo ser un as también.